La Food and Drug Administration (FDA) del Departamento de Salud de EE.UU. y el Food Safety Inspection Service (FSIS) del Departamento de Agricultura han concluido sus investigaciones para determinar las posibles causas del caso de Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB) reportado el 24 de abril en California. Desde la etapa inicial de las investigaciones se supo que el caso correspondía a la variante tipo L atípica cuyo origen es desconocido, a diferencia de los casos de EEB clásica que han sido vinculados al uso de harina de carne y otros productos de rumiantes en la alimentación animal. Dada la incerteza científica sobre el origen de esta variante de la enfermedad, el FSIS y la FDA en conjunto con el Departamento de Agricultura y Alimentos de California (CDFA) condujeron una investigación exhaustiva para tratar de determinar si el alimento suministrado a lo largo de la vida de la vaca infectada pudo haber sido elaborado con ingredientes prohibidos en la alimentación de rumiantes o haber sufrido contaminación cruzada.
Desde 1997 existen regulaciones de la FDA para proteger la exposición de ganado bovino al agente de la EEB a través del alimento. Desde ese año se prohíbe la alimentación de rumiantes con proteína de mamíferos, con ciertas excepciones como leche y productos derivados de la sangre. En el 2008 se hizo más estricta esta regulación en esta materia, incluyendo más restricciones para impedir la contaminación cruzada y evitar que se entregue equivocadamente alimentos para cerdos, aves o mascotas a los bovinos. También se prohibió el uso de tejidos de alto riesgo como el cerebro y la espina dorsal de ganado vacuno de 30 meses y más en todo tipo de alimentos para animales. Las investigaciones relativas a este caso demostraron un excelente historial de cumplimiento de las regulaciones sobre EEB por parte de los doce establecimientos que elaboraron alimentos consumidos por la vaca infectada a lo largo de su vida. Ninguno de los establecimientos usó materiales prohibidos en la elaboración de alimentos durante el periodo de interés y todas las inspecciones llevadas a cabo por la FDA en ese tiempo tuvieron resultados favorables. Además, las doce plantas que fueron investigadas demostraron tener procedimientos que exigen a sus proveedores entregar certificación por escrito que asegure que sus productos no contienen materiales prohibidos, entre otras medidas de seguridad, tales como requerir que los empleados revisen la etiqueta de los productos que llegan a la planta para descartar la presencia de materiales prohibidos, así como también procedimientos que eviten que los vehículos de carga sean usados para transportar material prohibido, o si ocurre, que sean limpiados adecuadamente. Basados en estos antecedentes, tanto la investigación de la FDA como la del FSIS no encontraron ninguna evidencia de que los alimentos entregados al animal infectado hayan sido elaborados con materiales prohibidos o que los proveedores de ingredientes no hayan tenido implementadas las debidas medidas de seguridad para evitar la contaminación cruzada en la elaboración, almacenamiento o transporte de los alimentos. Adicionalmente, el FSIS investigó los posibles animales que pudieran presentar riesgo. Se determinó que a lo largo de su vida la vaca infectada tuvo dos crías, una de ellas nació muerto y la otra fue ubicada fuera del estado y las pruebas no detectaron presencia de EEB. La carcasa de la vaca positiva junto con aproximadamente 90 carcasas decomisadas en el mismo establecimiento de faena fueron dispuestas en un relleno sanitario en cumplimiento de las regulaciones federales, estatales y locales.
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